Jugar a lo seguro (seguridad en números)

Para mucha gente el propósito principal de Año Nuevo consiste en no volver a ser lastimada, por nadie. Hacer todo lo posible para que no llegue alguien, conquiste su amor y luego pague el cariño con traiciones o con desagradables sorpresas. Vano propósito, especialmente para la gente propensa a que la lastimen o que padece del síndrome de tapete.
Siempre habrá alguien más cabrón que tú, en caso de que sea alto tu nivel de cabronez, ahora que si no tienes ni un miligramo de ese callo del corazón y careces de dominio sobre tus semejantes, pues estás frito, pero no te preocupes, tuyo será el Reino de los Cielos.
Las más de las veces la persona que rompe corazones o almas, la que decepciona o lastima a alguien, no es quien tiene la culpa, sino que la responsabilidad es realmente de quien se deja lastimar, de quien se expone a que la hieran, la que «por amor» sigue juegos torcidos o crueles, la que pretende cambiar la forma de ser de alguien, la que tan ciega de amor no vio realmente con quién se estaba apareando, la que no asume o ve al ser amado como lo que es: un vil ser humano.
Claro que no falta esa gente con vocación de mártir, cuyo mayor valor existencial es el sufrimiento que enfrentan en su propio pellejo, esa gente que con lágrimas en los ojos gusta de presumir sus cruces a sus amigos y familiares, o hasta a los extraños. Esos son casos patológicos y realmente no son lastimadas por nadie más que por sí mismas. Pero regresando a las «personas normales» (en caso de que las haya), el punto no es sufrir a lo pendejo, ya la vida es en sí bastante sufrimiento como para además buscarse uno el ser flagelado.
Mala cosa la gente que se cree que la realidad es una película de Disney (y aún hay tarados que dicen que las películas de Disney son crueles), no hay cuentos de hadas, no hay princesas que por su imbecilidad triunfan den la vida. No le va bien en este mundo al que carece totalmente de malicia, o al que no sabe identificarla.
Si te lastimaron, sóbate donde duele, y síguele. No te conviene construir muros alrededor de tu corazón, porque así no se te va a curar y sólo se convertirá en piedra. Quien se aísla por temo a ser lastimado, descubre con sorpresa un día que el invierno ha llegado y se muere congelado.
Así que por tu propio, y verdadero bien, ojalá tu propósito no sea evitar a toda costa que te lastimen de nuevo. No pierdas tu dignidad, pero tampoco dejes que un contratiempo te haga cobarde.