Divagando en el último acto

La depresión es la opresión del alma; algo se exprime, se comprime o se presiona dentro nuestro. Es el (d)efecto de un peso que nos sofoca de manera desesperada. Eso orilla muchos a buscar salidas (algunas de ellas mal llamadas falsas) o entradas (que son bajadas a agujeros peores que las depresiones originales). Parte de la vida.

Se cree que creer en el infierno baja los índices delictivos en una sociedad, me pregunto qué pasa cuando esa sociedad se siente el infierno mismo, ¿es el caos sin esperanza? Dicen que la máxima victoria de Satán es conseguir que no crean en él. Yo creo, aunque no entiendo cuál es el sentido de su apuesta con Dios acerca de Job.

La religión es el opio de los pueblos dijo alguien, aunque creo que los pueblos sin opio se ponen histéricos y sociópatas, suicidas y sin sentido (en el peor aspecto del absurdopor el exceso de racionalidad). Sí, un poco de opio no hace mal, aunque igual se debe cannabizar la religión. No hay que confundir Iglesia con religión, la primera es una institución en tanto la segunda es un camino espiritual.

Los antiguos decían que legar a viejo es una bendición, hay antiguos modernos, contemporáneos que piensan así. Me cuesta trabajo creer que ser una persona saludable de 90 años o llegar a los 110 sea algo bueno. No tener a nadie con quien hablar de nada, no ver bien, no caminar bien, oír mal. Confiamos y dependemos demasiado de la medicina moderna. A partir de cierto punto ya no hay calidad de vida, sino pura costumbre y obcecación.

El occidente es un accidente que no termina de acontecer. Soberbia con respecto a otros pueblos y civilizaciones, y sin embargo todos compramos su historia de éxito. Japoneses que se operan los ojos para tenerlos menos rasgados, latinoamericanos que se sienten realizados al hablar inglés, y otros tantos que creen que lo mejor es tener Levi’s o tomar café de la sirena tarada.

Quisiera no pensar, seguir evadiéndome a través de libros y películas, pasar el rato lo mejor posible en esta sala de espera del último tren sin molestar ni ser molestado. Pero no se puede. Ser una bestia social, de una calaña más baja que la de cualquier animal, ser humano sin caridad, me obliga a mezclarme, a entablar conversaciones, a asistir a reuniones. Las cosas son como son, no como uno quisiera, aunque a veces parece que no quiero nada.

No estoy deprimido, creo en Dios y en su contraparte, carezco de religión y no me trago la idea de occidente, debe ser que estoy cansado, agotado solamente.

Del hoy

Hay adjetivos, epitetos y epitafios que no queremos para nosotros. Leí un epitafio recientemente que me gustó, pero no lo recuerdo exactamente, algo debió dejar en mí y lo expresaría en otras palabras, pero como estaba tan bien expresado tal como lo leí, mejor no le invento nada.
Últimamente (léase desde hace como 8 años… cuando se vive más la palabra últimamente aumenta de número de años) he visto que la mayoría de las relaciones de pareja (si no es que la mayoría de las relaciones humanas en general, en sargento y al cabo) son tendientes al titánico desastre o a la hindemburgdica explosión.
La gente cambia, nosotros cambiamos, y parecemos actuar como si al encontrar a alguien la felicidad será permanente y de alguna manera estática. Estúpida forma de pensar, si es que se piensa en los momentos de enamoramiento. Ya se sabe que el amor o la felicidad bajan los niveles de inteligencia.
No sé, sueno bien amargo hoy, y sin embargo estoy tranquilo. Sólo observo. Posiblemente me detonó la noticia que vi en la mañana de gente en tailandia protestando ante la casa del primer ministrto, regando 500 litos de sangre humana (pensaban reunir mil, pero creo que fueron o quedaqron muy débiles al llegar a los 500). Hay tanta sinrazón y el pendejo de Tim Burton mancillando la locura de alicia poniéndole el sentido de un mundo con objetivos de poder y noticias. El señor de los anillos mezclado con los personajes de lewis carrol y un manual victoriano de buenos modales (con tintes de serie hipócrita de TV).
Contradicciones. En libros,pinturas, música y arte en general, el futuro está hacia atrás. Ya me voy hacia Ella (Fitzgerald) y Lady Gaga no me importa (quizás sea buena, pero no me interesa). Jóvenes autores, ya tendrán sus lectores. Siempre me gustó lo antiguo. Shutter Island me lo confirmó. Ahora comprendo a Harrison (a quien taché de cascarrabias).
En lo personal, es al contrario. Una vez detectado el lastre, lo mejor es soltarlo (aunque se trate de saquitos de oro). No se puede vivir con la gente mirando el pasado de cualquier relación. Pantanoso hundimiento. Hay cosas que me interesan y otras que no valen la pena (eso nos pasa a todos). Things have changed. Todo en exceso termina por cansar, si no mata primero. Ahí está Keith Richards para que te lo diga, y yo lo puedo decir también (a mi modo). No es despedida (¿otra más?), no es finiquito, no es promesa ni entereza, es simplemente como me he sentido, de nuevo lo digo, y el camino que por alguna razón no he podido dejar de seguir (ajá, la costumbre es la clase de cadena más dura de romper). Pero el puente está bien podrido y no se puede avanzar por ahí.

Bueno, algo hay de sentido en tanto palabrerío, sólo me desbordé por haber callado por mucho rato.

Jugar a lo seguro (seguridad en números)

Para mucha gente el propósito principal de Año Nuevo consiste en no volver a ser lastimada, por nadie. Hacer todo lo posible para que no llegue alguien, conquiste su amor y luego pague el cariño con traiciones o con desagradables sorpresas. Vano propósito, especialmente para la gente propensa a que la lastimen o que padece del síndrome de tapete.
Siempre habrá alguien más cabrón que tú, en caso de que sea alto tu nivel de cabronez, ahora que si no tienes ni un miligramo de ese callo del corazón y careces de dominio sobre tus semejantes, pues estás frito, pero no te preocupes, tuyo será el Reino de los Cielos.
Las más de las veces la persona que rompe corazones o almas, la que decepciona o lastima a alguien, no es quien tiene la culpa, sino que la responsabilidad es realmente de quien se deja lastimar, de quien se expone a que la hieran, la que «por amor» sigue juegos torcidos o crueles, la que pretende cambiar la forma de ser de alguien, la que tan ciega de amor no vio realmente con quién se estaba apareando, la que no asume o ve al ser amado como lo que es: un vil ser humano.
Claro que no falta esa gente con vocación de mártir, cuyo mayor valor existencial es el sufrimiento que enfrentan en su propio pellejo, esa gente que con lágrimas en los ojos gusta de presumir sus cruces a sus amigos y familiares, o hasta a los extraños. Esos son casos patológicos y realmente no son lastimadas por nadie más que por sí mismas. Pero regresando a las «personas normales» (en caso de que las haya), el punto no es sufrir a lo pendejo, ya la vida es en sí bastante sufrimiento como para además buscarse uno el ser flagelado.
Mala cosa la gente que se cree que la realidad es una película de Disney (y aún hay tarados que dicen que las películas de Disney son crueles), no hay cuentos de hadas, no hay princesas que por su imbecilidad triunfan den la vida. No le va bien en este mundo al que carece totalmente de malicia, o al que no sabe identificarla.
Si te lastimaron, sóbate donde duele, y síguele. No te conviene construir muros alrededor de tu corazón, porque así no se te va a curar y sólo se convertirá en piedra. Quien se aísla por temo a ser lastimado, descubre con sorpresa un día que el invierno ha llegado y se muere congelado.
Así que por tu propio, y verdadero bien, ojalá tu propósito no sea evitar a toda costa que te lastimen de nuevo. No pierdas tu dignidad, pero tampoco dejes que un contratiempo te haga cobarde.