No me gustan los funerales

No me gustan los funerales. Imagino que la mayoría de la gente comparte esta aversión, aunque seguro habrá a quienes les encante asistir a sepelios y esas cosas.
Sólo he asistido a un funeral en mi vida, y hubiese querido no haberlo hecho, pero a veces hasta los más contracorrientosos tenemos que apechugar y cumplir obligaciones estúpidas y establecidas.
No sólo no me gustan los funerales, me molestas, porque no tienen razón de ser, las más de las veces.
Mucha gente reunida para recordar a alguien que habían olvidado en vida hace ya mucho tiempo. Absurdo en verdad.
Discursos y lágrimas, palabras que tratan de construir imágenes para recuerdos lejanos, o elegías y honores para quien no era tan apreciado. ¿Por qué le abandonaron?
Y el personaje central, el difunto, ya ni se entera de lo que allí pasa. Ya está en otro lado, en otra dimensión o quizá en ningún lado.
No, no me gustan los funerales.

Las más de las veces lo mejor es callar

No condenes al que se autodestruye. No estás en sus zapatos. No tienes derecho.
Decir que alguien que se mata es un infeliz o desagradecido, porque lo tenía todo, porque perdió la fe en Dios, sólo te hace ver como un imbécil que se traga todo lo que los comerciales le venden. ¿Acaso crees tanto en Dios?

No digas que la vida es un maravilla, si no lo sientes. Si lo dices sólo para repetir lo que te han dicho que debes decir.
No tengo nada en contra de ti, mientras no abras la boca y dejes salir tus idioteces a una distancia en que pueda oírlas.
Si te molesta lo que digo, procura hacer lo mismo que yo hago respecto a ti: poner muchos kilómetros de por medio. Si no te gusta verme, tienes otros 359° hacia dónde mirar.

No condenes al que se autodestruye, porque con ello podrías estar ganándote un juicio severo.
¿Quién te ha dicho que tu supuesta vida «bien vivida» es lo que debe ser? ¿Quién te crees como para tratar de convencernos de tu ignorancia es sabiduría?
Ojalá aprendieras que las más de las veces es mejor callar.