Archive for May, 2009

Cuidadito

Jamás te enamores de un artista con convicción, porque lo más que serás es un segundo lugar en su vida. Jamás te hagas amigo de un ególatra, porque siempre quedarás en el papel secundario. Nunca caigas en las redes de una mujer fatal, porque no serás más que un accesorio. No es bueno ser el blanco de aquella que no tiene tino, o que lo tiene muy fijo, y compartido. Qué más, qué te puedo decir si no crees en la biblia ni en ninguna otra literatura sagrada, y menos crees en el sentido común. Todos tenemos cortos circuitos en la azotea. Todos tenemos la necesidad de ser reconocidos, y los que no, son sombras masificadas. No puedo decir muchas cosas en una noche de excesos moderados, no sé qué más opinar cuando esperas confesiones de quien sólo quiere salir. No te metas en el camino de quien sólo ve por sí mismo y únicamente le atrae lo nuevo, pues acabarás en un extravió peor que el de esa persona. Aquí ahora, y mañana en otro lado. No esperes de esa persona un puerto para las tormentas. De hecho no confíes en nadie. Confía en ti y en lo que brilla de verdad; la pirita no es oro, jamás.

May 24, 2009 at 7:21 am Deja un comentario

Odio las comparaciones

Mi vida es igual a la de muchos. Uso las palabras que usan casi todos (de menos los que hablan mi misma lengua). Cometo errores que se han cometido siempre desde que el ser humano ha caminado en cuatro patas o desde que simula que camina en dos. Sin embargo las comparaciones me molestan, cuando no soy yo quien elige los parámetros o me comparan con alguien que no admiro. Que ego tan jodido. No soy el que besa mejor, y sepa el Diablo que tan malo resulto en la cama. No creo que sea un caballero, salvo por mi falta de memoria, aunque al final ésta es selectiva. Odio que me digan que me parezco a fulano, que soy como sutano, que reacciono como mengano y que mi vida tiene coincidencias con los días de perengano. Y en esa fobia a ser comparado tampoco soy único, de hecho soy en eso tan cualquiera como cualquiera. Las comparaciones me revientan. Creo que no soy ni mejor ni peor que nadie, y tengo el antibudista pensamiento de que soy único y especial; aunque lo fuera, entonces cada persona es única y especial, y de nuevo vuelvo a no ser único ni en mi unicidad. A veces quisiera que me dejaran el ego en paz, y que sólo me dijeran halagos. Esa característica no es tan mía, ni es particular, la comparto con artistas y políticos. Perdón por la soberbia, perdón por el egocentrismo, pero son los factores, el desequilibrio, que me permiten sobrellevar este caos.

May 22, 2009 at 3:50 pm Deja un comentario

Divagación mala

Ardido, como ardilla en el bosque incendiado, pretendo alejarme de aquí con la cabeza en alto. ¡Ay pero cómo duele! El egoismo te mantiene a flote en el naufragio, pero al final notas que es una piedra de molino atada al cuello y que te arrastra al fondo. Nadie sale vivo de aquí. Necedad es seguir peleando guerras que ya están más que decididas. La costumbre es cegadora. Parece que despedirse es sólo querer quedarse, y toda permanencia es voluntaria cuando no hay barrotes, cadenas ni armas. Comeré mis palabras, otra vez (el elemento principal de mi dieta, y no son bajas en calorías). Ya ni llorar es bueno, y de hecho ni ganas de llorar dan. Los años te enseñan a aceptar las derrotas y a no vanagloriarte de las victorias que no son embotelladas.

May 20, 2009 at 1:47 am Deja un comentario

De la vejez (creo)

Ya a nadie parece importarle que hubo «contingencia». Hay quienes llevaron a sus hijos a la oficina el viernes («ven hijo, probemos tu suerte y tus defensas»). Quizás terminen los niños siendo otros ejemplos de las fotos de «angelitos» que hay en el museo del estanquillo (colección de fotos de difuntos, de todas las edades, pero con un apartado para los niños, que curiosamente solían vestir a veces de ángeles… realmente aterrador). Que en Guatemala protestan por su presidente, en México parece que la nueva manera de descartar o desacreditar a postulantes políticos es diciendo que están relacionados con el narco. Desde niño viví añorando un mundo ideal, que supuestamente existió. Ahora añoro el mundo pasado, porque caí en la epidemia del «todo-tiempo-pasado-fue-mejor». Y no es verdad, sólo resulta que somos más. Estuve triste pensando en la edad, y sobre todo en la decadencia. Es una fijación que también tengo desde niño. Hubo quien decía que fui un anciano prematuro, a estas alturas ya debo ser un zombi. Ser viejo NO es en absoluto sinónimo de ser sabio. Que más sepa el diablo por viejo que por diablo, es debido simplemente a que el tipo no puede morir. Además ha hecho el idiota demasiado como para decir que es sabio. Los viejos sólo tienen suerte. A quien me lo niegue le puedo mostrar un grupo de ancianos tarados. Por otro lado, lo que sí siento, es una especie de compasión, enternecimiento, por los ancianos. No es que los admire, no es que sepan mucho, es que me da pena que hayan vivido tanto, que su aire sea de nostalgia, de añoranza por lo que fueron, la sombra de la que habla Yesterday. Decadencia, ancianidad y muerte (sin contar el desamor), mis temas recurrentes. Sueño en otras cosas, pero en mi vigilia me asolan.  Odio que a un viejo o a una vieja les digan «Don» o «Doña» sólo por causa de sus años. Ceo que si debemos respetarlos es porque ya no son fuertes. Bueno, eso pienso hoy. Ancianidad=melancolía. Lindo tema para iniciar la semana.

May 18, 2009 at 1:33 pm Deja un comentario

Lunes

Con el blues de lunes acuestas, me veo de nuevo en un cubículo, haciendo en general lo mismo que la semana pasada y que la anterior, remontándome así a una cadenita de nueve años. Ya no soy un pollito (si es que laguna vez lo fui), ni aunque vista de amarillo. Y éste no es un mundo para viejos (a los 30 ya eres viejo para el mundo laboral actual, así que..). En el mundo material comer cuesta, y el que quiera azul celeste… No hay bellas viudas millonarias, no hay feas viudas millonarias y no soy un gigoló, falta de materia prima, hermana de la situación. Compensé mi fealdad con letras, al menos eso traté, y me enamoré de imposibles (manía que perdura y que llevaré hasta la sepultura). Mi epitafio creo que sí será «fui inmortal hasta que me trajeron aquí». Me da miedo soltar el paracaídas, aunque parece que él me soltará primero. Y no se diga del terror que me produce la vejez. Ya es pánico pandemoniáco. Los osos pandas NO son osos. Esta semana revisaré mis ojos. Mr. Magoo nunca me gustó y ahora me siento como él. Veo perros donde hay sombras y veo fealdad por todos lados, bueno igual y no son mis ojos lo que me hacen ver eso, pero sí, ya veo borroso, muy borroso. Quizás nuevos lentes, quizás una operación, no lo sé. No soy pesimista, creo, no me siento mal, sólo que para mí parece que las ideas negativas brillan más que las positivas. Lo negativo siempre le resulta más interesante a la gente. Decir “soy desgraciado” llama mucho más la atención que decir “soy feliz” (esto en realidad provoca envidia). Hace una semana escuché en el radio que el Club de los optimistas (sí, eso existe, qué más quisiera yo que fuese producto de una febril pesadilla de abril) suspendía sus reuniones semanales debido a la Influencia Cochina (bueno, en realidad dijeron Influenza humana), pero que los miembros (del club, del club) «tenían que ser optimistas y ver en ese suceso algo positivo que les permitiera tomar nuevas decisiones y seguir adelante felices». Me sonó a la mierda de «no existen los problemas, sólo oportunidades», que le endilgan a uno en los cursos motivacionales y corporativos. En verdad no soy pesimista. Estoy con una frase que bien puede detonar un escrito «no busques una pareja que sólo te alabe, porque no crecerás; no busques una pareja que sólo te eche en cara lo idiota que eres, porque te encogerás». Me da vueltas y vueltas. Se me ocurrió no hace mucho. Y sí, conservo admiraciones, pocas, en este mundo, dichoso de que conozco en persona a la mayoría de las pocas personas que admiro. Apocalípticamente negativo halls lemmon lyptus. Veamos quién queda a flote en este naufragio, veamos si la sacudida me permite recordar cómo se vuela. Es tan tenue la frontera entre la mediocridad y la comodidad, como lo es la frontera entre lo sublime y lo ridículo.

May 11, 2009 at 1:05 pm Deja un comentario

Admiración

Por más que intento alejarme del hechizo de caminar en el borde del precipicio de la paciencia, la altura me atrae y por allí sigo. Tentando la suerte más allá del nivel correcto, agradeciendo las bendiciones, pero tirando de nuevo los dados. No es la influencia de la luna llena, no que esté lleno de temeridad. Es como el insecto que es atraído por la luz, pero a diferencia que yo tiendo a la destrucción. Me ha tocado vivir poemas existenciales que de alguna manera he convertido es lamentos y reclamos. En verdad trato de evitarlo, pero soy como el can bíblico que vuelve al alimento expulsado. Autodestrucción sentimental, kamikaze de mi propio corazón. Luego las quejas y los escritos. Círculo, los ojos se ponen cuadrados, no cúbicos. Y sin embargo la admiro.

May 11, 2009 at 12:29 am Deja un comentario

Terror

Días eslabonados que forman un rosario de meses, para ser años. De repente, en medio de la rutina, empiezan los primeros síntomas. Las largas caminatas no se dan en el mismo tiempo que antes, saltar desnveles empieza a costar trabajo, la vista es de lince… pero de felino alcoholizado, y el cuerpo empieza a pasarte las facturas de los excesos, con intereses onerosos. Y la honra de ser viejo parece que sólo estriba en ser sobreviviente al tiempo. Porque rara vez son más intelugentes, rara vez son respetuosos. Y les llaman «Don» o «Doña», pero sólo por viejos. Como si ser viejo fuera suficiente para ser honrado, en el sentido de merecer honores, porque está difícil encontrar un ladrón anciano (no podría escapar). Sólo los buenos mueren jóvenes, pues yo ya me jodí, ni morí joven y al parecer estaré condenado al infierno (que para mí bien puede ser un invierno perpetuo). Antes de yacer bajo tierra me acabaré las palabras que aún me quedan, en lo que conservo la vista y puedo escribir.

May 8, 2009 at 4:29 pm Deja un comentario

Ciertos días

Hay días en que uno no está para convivir. Convivir no es vivir. Hay días en que la más trivial charla me causa un gran esfuerzo y por otro lado, no me interesa nada que diga cualquiera. Hay días así, en que la diplomacia no se me da, en que no es que me sienta más que cualquiera, simplemente no me interesa casi nada. No es soberbia, es simple desgana. Si hablo es porque parte de la paga en el trabajo abarca la convivencia, pero no quiero convivencias sociales. No me viene en gana, en esos días, sonreír o reír por las ocurrencias robadas de programas de TV, no me interesa quién carajos juega futbol y qué tan bueno estuvo el partido. Hay veces que sólo prefiero estar con la gente que elijo, y si eso no es posible, pedir que me dejen solo. Hay días así.

May 7, 2009 at 3:17 pm Deja un comentario

El Hippie anacrónico se hace PRInosaurio

Hace casi 10 años que en México el PRI (Partido Revolucionario Institucional, sí, en este país las revoluciones se institucionalizan de nombre) perdió la Presidencia de la República, la cual había tenido por más de 100 años. Hoy el PRI trata de efectuar el acto del ave Fénix. Los PRInosaurios no mueren, y es posible que resuciten, pues el partido que actualmente ostenta el poder es de una aburrida derecha hipócrita y religiosa. Hace más de 10 años vi por primera vez al Hippie anacrónico. Es un individuo que siempre ha vivido fura de su época. El amor y paz son su lema superficial (no lo entiende del todo, quizás para él signifique “cojamos pero no me jodan”) y el aroma a yerba quemada su olor personal. Mide como un metro y medio de estatura, su aspecto es sucio, cabello largo y grasiento, seborrea que parece escurrir de sus pelos castaños claros, su piel roja y carcomida por el sol, hace un raro contraste con sus sarrosos dientes que son de un amarillo similar al del semáforo que nos pide precaución. Usa lentes al estilo de John Lennon y calza huaraches de piel con suela de llanta. Además de su aspecto, la primera vez que lo vi, él entonces tendría unos 35 años, me llamó la atención por sus actividades sentimentales. Yo esperaba el microbús en Echegaray (el típico vehículo siempre atestado que me llevaría hasta casi la puerta de mi casa, si es que lograba abordarlo y encontrar algún espacio vacío en su interior), tras salir de mi trabajo, hora que coincidía con la salida de una escuela secundaria que estaba por ahí cerca. Así que en la parada del microbús esperábamos desesperados trabajadores, oficinistas y estudiantes de secundaria (sin contar con los universitarios que iban al turno vespertino en la escuela superior que está cerca de mi casa). El hippie anacrónico repartía volantes, publicidad sobre tratamientos de un dentista de la zona, y trataba de ligarse púberes jovencitas estudiantes que bien podrían ser sus hijas. Durante todos los años que tomé yo el microbús en Echegaray, el hippie estuvo allí, a veces no repartía publicidad y se dedicaba sólo a seducir jovencitas. Con algunas mantuvo relaciones más o menos duraderas. Pasó el tiempo y yo, hamburguesado, conseguí un automóvil. Ya no más Echegaray y no más hippie. Hoy, a inicios de mayo de 2009, fui a dar una caminata por las torres de satélite, y coincidió con el inicio de campaña política del PRI para las elecciones de julio. Unos seis fulanos con playeras rojas mostraban una gran manta con la foto del candidato del PRI con la frase “para ayudar a la tercera edad”. Los PRInosaurios se hacen geriátricos. Entre los tipos de rojas playeras, regalando globos de similar color sanguíneo, encontré al hippie, más viejo, igual de feo, obsequiándome un globo, sonriendo (presumiendo sus capas de sarro) y con el símbolo de amor y paz en su playera. Pensé muchas cosas. Igual el hippie busca asilo en el PRI por la promesa que el partido hace a los de la tercera edad, quizás ha vuelto a su trabajo de repartir publicidad, a lo mejor una de las niñas de la secundaria creció y por piedad lo contrató para apoyar campañas del PRI. Puede que el tipo sea familiar de algún político (que sin duda le ha alimentado y protegido en sus andanzas amorales). Quizás ahora, a sus cincuenta y tantos, el viejo hippie está considerando seriamente dejar a un lado la bohemia urbana de quinta e iniciar una carera política. Si en México cualquier pelele o cualquier idiota se puede lanzar como diputado, al hippie no le falta nada para ser Presidente de la República. Fue curioso ver al hippie anacrónico después de tanto tiempo, y notar que mi asco por él sigue vivo.

May 3, 2009 at 7:02 pm Deja un comentario


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