Archive for octubre, 2011

Sólo el fin del mundo

Sólo es el fin del mundo. Se acabarán las penas, las envidias y los sufrimientos. No tendrás que ir a la escuela ni trabajar. No tendrás que seguir con la maldición del padre Adán. No más tráfico en las vías, no más aplastamientos en el metro, no más diferencias políticas. Es sólo el fin del mundo, y no lo lamento. Pero no festejen tanto porque igual el más allá es peor o nos sale mal la reencarnación.

octubre 28, 2011 at 5:29 pm 1 comentario

Henny-Penny

Cuento tradicional inglés
Traducido por Mobtomas

Hace mucho tiempo en una mañana soleada de la granja, una gallina muy responsable, ahorradora y cuidadosa de su maíz, llamada Henny-penny, se dedicaba a raspar el suelo del patio en busca de maíz cuando ¡PUM!, una teja floja del gallinero cayó y le golpeó su cabeza de gallina responsable. “¡Pero qué desgracia!”, dijo sorprendida Henny-penny en un tono trágico y dramático, mientras se sobaba la cresta, “el cielo se está cayendo, debo correr a avisarle al rey”.

Y así, olvidando que dejaba sus responsabilidades de lado, y abandonado su maíz acumulado en el gallinero, Henny-penny corrió despavorida para notificarle la desgracia al rey.

Corría y corría hasta que en su camino se encontró a Cocky-locky, un gallo galante y elegante, siempre preocupado por lucir bien. “¿A dónde vas Henny-penny?”, le preguntó Cocky-locky con su bien timbrada voz y posando como si fueran a retratarlo para un calendario. “Corro muy de prisa para avisarle al rey que el cielo se está cayendo”, le dijo sofocada Henny-penny. “¡CLOOOO!, ¡eso es muy grave!, ¿puedo acompañarte?”, le respondió Cocky-locky, perdiendo su apostura, con una voz nada bonita. “¡Por supuesto!”, contestó Henny-penny. Y así iban corriendo, aleteando y gritando, Henny-penny y Cocky-locky, para dar aviso al rey de que el cielo se estaba cayendo.

Corrieron y corrieron hasta que en un lugar del camino se encontraron a un pato muy formal, flemático y maduro llamado Ducky-daddles. “¿A dónde van Henny-penny y Cocky-locky?” les preguntó Ducky-daddles con su típica voz muy difícil de entender, pero eso sí, con su acostumbrada seriedad y sobriedad. “Corremos muy de prisa para avisarle al rey que el cielo se está cayendo”, le dijeron sofocados Henny-penny y Cocky-locky. “¡CUAAAAAC!, eso es grave. ¿Puedo ir con ustedes?”, dijo Ducky-daddles aterrado, histérico y olvidando por completo su seriedad. “¡Por supuesto!”, contestaron Henny-penny y Cocky-locky. Así iban corriendo, gritando y aleteando, Henny-penny, Cocky-locky y Ducky-daddles a dar aviso al rey de que el cielo se estaba cayendo.

Corrieron, corrieron y corrieron hasta que en su camino se encontraron a un ganso desconfiado y muy incrédulo, llamado Goosey-poosey. “¿A dónde van Henny-penny, Cocky-locky y Ducky-daddles?” les preguntó Goosey-poosey con su habitual desconfianza. “Corremos muy de prisa para avisarle al rey que el cielo se está cayendo”, le dijeron alterados Henny-penny, Cocky-locky y Ducky-daddles. “¡JOOONK!, ¡qué horror!, ¿puedo ir con ustedes?”, dijo Goosey-poosey olvidando su desconfianza y creyendo completamente tan aterradora noticia. “¡Por supuesto!”, contestaron Henny-penny, Cocky-locky y Ducky-daddles. Así iban corriendo, gritando y aleteando, Henny-penny, Cocky-locky, Ducky-daddles y Goosey-poosey a dar aviso al rey de que el cielo se estaba cayendo.

Ducky-daddles, Goosey-poosey y Turkey-lurkey

Corrieron, corrieron y corrieron hasta que en su camino se encontraron a Turkey-lurkey, un pavo travieso y bromista, siempre al acecho en busca de nuevas víctimas para sus bromas. “¿A dónde van Henny-penny, Cocky-locky, Ducky-daddles y Goosey-poosey?”, les preguntó Turkey-lurkey curioso, tanteando el terreno para embromarlos a todos. “Corremos muy de prisa para avisarle al rey que el cielo se está cayendo”, le dijeron alterados Henny-penny, Cocky-locky, Ducky-daddles y Goosey-poosey. “¡GLOOOO!, ¡pero qué desgracia!, ¿puedo ir con ustedes Henny-penny, Cocky-locky, Ducky-daddles y Goosey-poosey?” les preguntó Turkey-lurkey lleno de miedo y olvidando por completo sus bufonadas. “¡Claro que sí Turkey-lurkey!”, dijeron al mismo tiempo Henny-penny, Cocky-locky, Ducky-daddles y Goosey-poosey . Así iban corriendo, gritando y aleteando, Henny-penny, Cocky-locky, Ducky-daddles, Goosey-poosey y Turkey-lurkey a dar aviso al rey de que el cielo se estaba cayendo.

Corrieron, corrieron y corrieron hasta que en su camino se encontraron a un astuto zorro llamado Foxy-woxy. Foxy-woxy preguntó a Henny-penny, Cocky-locky, Ducky-daddles, Goosey-poosey y Turkey-lurkey: “¿A dónde van Henny-penny, Cocky-locky, Ducky-daddles, Goosey-poosey y Turkey-lurkey?” Henny-penny, Cocky-locky, Ducky-daddles, Goosey poosey y Turkey-lurkey le respondieron a Foxy-woxy: “Corremos muy de prisa para avisarle al rey que el cielo se está cayendo”. “¡Vaya!, pero ese no es el camino para llegar hasta el rey, Henny-penny, Cocky-locky, Ducky-daddles, Goosey-poosey y Turkey-lurkey”, les dijo Foxy-woxy, “yo conozco el camino correcto, ¿quieren que los guíe?”. “¡Por favor Foxy-woxy!”, dijeron al mismo tiempo Henny-penny, Cocky-locky, Ducky-daddles, Goosey-poosey y Turkey-lurkey, olvidándose de todo en el mundo, excepto de su misión de notificar al rey que el cielo se estaba cayendo. Allí iban corriendo Henny-penny, Cocky-locky, Ducky-daddles, Goosey-poosey, Turkey-lurkey y Foxy-woxy a dar aviso al rey de que el cielo se estaba cayendo.

Corrieron, corrieron y corrieron hasta que llegaron a un agujero muy oscuro y estrecho. Era la entrada de la madriguera de Foxy-woxy.
Foxy-woxy

Foxy-woxy les dijo a Henny-penny, Cocky-locky, Ducky-daddles, Goosey-poosey y Turkey-lurkey: “Este es el mejor atajo para llegar más pronto al palacio del rey, así que síganme para darnos prisa. ¡Vamos Henny-penny, Cocky-locky, Ducky-daddles, Goosey-poosey y Turkey-turkey! No hay tiempo que perder.” «¡Claro que sí Foxy-woxy!, ¿por qué no?», dijeron todos confiados y olvidando muchas cosas, incluyendo que las damas van primero, Turkey-lurkey, Goosey-poosey, Ducky-daddles, Cocky-locky y Henny-penny se dispuieron a seguir a Foxy-woxy adentro de la cueva.

Foxy-woxy entró primero y sin adentarse demasiado, cuando estaba en un sitio lo suficientemente oscuro, se detuvo a esperar a Turkey-lurkey, Goosey-poosey, Ducky-daddles, Cocky-locky y Henny-penny. Turkey-lurkey, al ser primero en entrar, pensó detenerse para asustar a sus amigos que venían detrás, ¡hubiera sido una gran broma!, pero era tanta su prisa por llegar a avisar al rey que olvidó su gracia y siguió adelante confiando en que Foxy-woxy no estuviera muy lejos. Foxy-woxy no estaba nada lejos.

De repente se oyó un ‘Hrumph’. Fue el seco sonido que produjo Foxy-woxy al arrancarle la cabeza a Turkey-lurkey y arrojar el cuerpo del pavo hacia un rincón de la madriguera. A continuación llegó confiadamente Goosey-poosey y… ‘Hrumph’, por allá fue a caer la cabeza del ganso, mientras su cuerpo era arrojado hacia donde estaba el de Turkey-lurkey. Sin formalidad llegó corriendo Ducky-daddles y… ‘Hrumph’, golpeó Foxy-woxy. Ducky-daddles perdió literalmente la cabeza y su cuerpo fue arrojado al rincón donde estaban los cuerpos de Turkey-lurkey y Goosey-poosey. Cocky-locky entro en la cueva, temblando y con un aspecto nada elegante, pero no llegó muy lejos porque de repente se escuchó un ‘Hrumph’, Cocky-locky alcanzó a gritar: ‘¡KIKIRIQUÍ!’. De nuevo un ‘Hrumph’, seguido de un silencio y por fin Foxy-woxy descabezó a Cocky-locky, lanzando el cuerpo del gallo al lugar donde estaban los de Turkey-lurkey, Goosey-poosey y Ducky-daddles.

Afuera del agujero Henny-penny se detuvo tras escuchar el grito aterrado y destemplado de Cocky-locky. “Es ya la madrugada”, pensó la gallina, aunque aún seguía siendo la misma mañana soleada en la que cayó una teja en su cabeza, “¡debo poner mis huevos o se me hará tarde para luego contar mi maíz!”. Entonces se dio media vuelta y se fue corriendo a casa, olvidando por completo su idea de que el cielo se estaba cayendo, para retomar su rutina diaria.

Foxy-woxy jamás creyó que se estaba cayendo el cielo, y tuvo, eso sí, comida abundante para varios días.

Henny-penny

octubre 26, 2011 at 8:23 am 1 comentario

Rompimientos de progenitoras

Voy por la calle pensando en cuentos infantiles tradicionales, con fines educativos, para los niños, y de repente veo a la mujer de triple papada y doble llanta en la cintura, fea como la chingada, pegandole a su hijo de dos años, un mocoso (literal) en pleno llanto, diciéndole: «siempre chillando cuando te rompe uno tu madre». Al parecer a veces la ‘educación’ de los hijos requiere de menos sutilezas que contarles cuentos. Un ‘rompimiento materno’ propinado por la propia madre.

octubre 23, 2011 at 8:12 pm Deja un comentario

reboot

«La bolsa es grande, pero chiquita», expresaba el licenciado con más palabras de las que solía permitir su vocabulario. La gente es libre, y la estupidez y mediocridad reinan en la ciudad. Soy prueba viviente de ello, aunque no soy la mejor muestra de lo que son los demás. No mejor, no peor, sólo diferente. Me masifico en cosas baratas, pero no puedo encajar en las cotidianas. No creas que es fácil ser yo, eso dejó de ser sencillo hace dos años. Me salí del camino hace 11, no es queja, sólo estoy confundido. El sol ya no es igual, la novena hora, me sabe a paliza de novena entrada, y no puedo salir. Busco y rebusco, pero los dados están recargados (en una pared de concreto). Las falsas salidas, las felicidades ficticias, las sustancias nocivas no ayudaron mucho, y empeoraron las cosas a la larga, mientras me hice corto de vista. Ahora desintoxicación, renovación a como dé lugar, y seguir fuera de lugar pero conforme conmigo y respetando derechos ajenos. Se cierra la corte, me corto las palabras, no juzgaré nada, sólo retrataré. Abundancia de palabras, súplicas a la fábisca de ideas. Espero que ya me pueda bajar de la montaña rusa del humor. tantos reinicios ya saben a últimas páginas de una novela, veo acercarse la contraportada y ya voy contra reloj. Ahora sí se cumplirá la palabra. Mientras tanto a trabajar, con la ayuda de Dios (de ese que no sabe retratar ninguna religión).

octubre 16, 2011 at 9:31 pm Deja un comentario

La novena hora

“ēlî ēlî lamâ šabaqtanî” dicha en la novena hora, frase de desesperación. No sé si realmente con esto debiéramos pensar que Jesús no era Dios, o que de plano estuvo equivocado. Imagino muy bien lo que se siente. Igual le toco interpretar el papel de un moderno Job, pero sin abundancia previa. Quizá todo lo que creía cierto se lo imaginó, incluida la última tentación, y hasta la novena hora fue que se dio cuenta de que todo estuvo en su cabeza.

Aunque hace años dejé de creer en dogmas, pastores y en vinos que se convierten en sangre. Creo en Dios, a quien no tengo nada que reclamarle, y sí mucho que agradecerle. De alguna manera las cosas que tanto me pesan ahora, que caen sobre mi persona como lastre espacial, yo me las busque. Y respecto a todo lo demás, al mundo que me rodea, ya no me sale el truco de no mirar, de ignorar, de tener un lugar aislado donde estar seguro. Es probable que no sea tan fuerte como creí serlo. Es posible que hasta ahora comprendo la soledad que implica existir. Aunque no haya motivos reales de quejas, pestes ni maldiciones, no me siento bien. Así que de repente, sin ningún sentimiento mesiánico ni nada por el estilo, no puedo dejar de pensar: ēlî ēlî lamâ šabaqtanî.

octubre 14, 2011 at 1:58 pm Deja un comentario

De aquí a la eternidad


Me estoy muriendo desde que nací. En algún lugar me creí la idea de que igual este es un lugar pasajero, o la sala de espera a la eternidad, o la prueba que decide para dónde va uno a parar después del supuesto final. El punto es que siempre me he sentido fuera de lugar. Ahora que ha pasado tanto tiempo, que llevo 11 años más allá de lo que pensé que sería mi límite, he tenido ocio suficiente para seguir pensando, lo que antes era impensable: ¿Y si después de esto, tampoco me hallo en lo que sea el más allá? Ojalá todo terminara cuando sale de este mundo por la puerta que sea (mutis por la derecha, salida de emergencia, trampa para la ropa sucia, o agujero de ratón), pero parece que no. Mientras unos dicen que si te portas bien puedes llegar a la eternidad para contemplar la Gracia del Señor (me cuesta pensar que un chiste pueda durar tanto tiempo) otros se empeñan en decir que es un constante volver a empezar (en niveles diversós, según tus acciones, o sea que en mi próxima vida puedo ser un perro de millonaria excéntrica, o un gusano en un cultivo de mezcal). Ninguna de esas opciones me atrae, ni siquiera un poco. Quisiera el Nirvana, la nada, la fuga completa y la desaparición total. No más YO en ningún plano. Pero por definición, si ese estado es un premio, por lo logrado en esta vida, seguro ya no me lo gané. Quisiera poder enfocarme al estar aquí y ahora, sacando lo más provechoso del asunto, pero me resulta tan difícil. Si vivir es fácil, a mis 44 no le he encontrado muy bien el modo. Ni modo. Vivir es el relleno con el que tenemos que embutir ese hueco que hay entre el nacimiento y el estreno de nuestra tumba. Seguiré buscando si hay algo más.

octubre 12, 2011 at 12:11 pm Deja un comentario

Tiempo extra

El problema no era encajar con la gente, sino el creer que uno es otro. El problema explota cuando te descubres un completo desconocido. No es el juego de quién crees que eres, ni eres lo que crees, no sabes nada. Lo que veían los demás no estaba errado (está difícil que toda la gente se equivoque al mismo tiempo, aunque sucede eso con frecuencia). Si todo estaba casi completamente mal, lo que seguía era cambiar rumbo. Pero luego es ya muy tarde, si de por sí ahora ya no es tiempo. Se siente la vida como las últimas páginas de una mala novela, o de una historia cualquiera. Se quemaron las naves, se dejaron muy atrás las vueltas en «U», se traicionaron confianzas y se liberaron esclavos, sólo queda avanzar, aunque no importe mucho a qué lugar, ojalá sea el más conveniente o el menos incómodo. Eso pasa por pasar tiempo extra en donde uno no debe estar.

octubre 12, 2011 at 6:14 am Deja un comentario


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