El artista que vive más de la cuenta

Triste
el tiempo nos va deslavando, haciéndonos víctimas de la decadencia
el artísta se repite, se desespera por recuperar sus glorias añejas
los seguidores comienzan a malbaratar y regalar las obras de aquel que ayer admiraban
esos viejos tesoros que realmente no valían mucho más que un sentimiento, valen menos ahora que un grano de arroz
los aplausos se apagan, los clubes de fans van cerrando poco a poco
si aún existieran enciclopedias impresas, por fin aparecería el nombre del artista
se le nombraría como se nombra al pájaro dodo o al T-Rex
así se va poniendo gris todo
hasta el día de la muerte del creador, antes tan admirado
cuando llega su muerte verdadera (no la primera, que experimentó mientras vivía y era olvidado), empezarán los homenajes
el último adiós, como el que hace cualquiera para obtener el perdón por la desmemoria
un minuto de silencio es el primer instante de lo callado que será el resto del tiempo
Todo pasa, todo se olvida

Optar

¿Dónde se compra la felicidad? Ni idea, pero es más difícil de encontrar una vez que has dejado la ignorancia atrás.
¿Cómo anestesiar la conciencia? Eso suele ser un trabajo muy difícil una vez que tienes responsabilidades, porque de ellas nacen siempre la preocupaciones.
Quisiera a veces ya no enterarme de nada, y que nada me importe más.
Quisiera encerrarme en las profundidades de mi propia alma; soltar las amarras y dejar de lado lo material. Pero sé que Dios vomita a los tibios y me aterra la culpa de omisión.
¿Será que la paz sólo se encuentra en la muerte? ¿Tiene sentido la paz si se carece de vida? No tengo ni idea, sólo sé que el conocimiento nos llega demasiado tarde, una vez que ya no nos sirve para casi nada. Igual lo mismo sucede con la paz y la tranquilidad.
Quisiera apresurar mi propio desenlace, pero me dan miedo las posibles consecuencias. Temo a las maldiciones de antiguo, temo al vacío y a lo desconocido.
Así que como la mayoría, opto por sobrellevar la vida. Opto por flotar lo mejor que puedo en la tormenta de los días.
Veo pasar los años, cada vez más acelerados, y presiento cada vez más cerca, mi propio fin involuntario.
Es una lástima que si llego a ese lugar antes que tú, jamás podré adelantarte lo que en ese sitio nos espera… y viceversa.