Vejez

Es triste ver ancianos, cualquier anciano. Es extremadamente triste ver a tus padres convertirse en ancianos, decaer en una decrepitud cercana a la senilidad. Enfermos, con esos males que jamás se quitarán, de los cuales nunca se recuperarán. Ver cómo se apagan esas personas en las que siempre te apoyaste y en quienes sentias la fuerza; ahora son débiles que buscan apoyo en ti. Imágenes contrarias. A veces cierta lucidez, pero tantas medicinas, tanto dolor, van minando también su mente. Sí, que bueno que llegaron a cierta edad y que vivieron conmigo muchos años; pero de verdad, es feo verlos apagarse poco a poco. Ver que se van convirtiendo en un lejano bosquejo de ellos mismos día a día. No me importa si me dicen egoísta, ni siquiera importa que realmente lo sea. Sólo quiero decir que es muy triste ver envejecer a la gente que más quieres.

Monedas de plata

Algunas monedas de plata rodando hacia la alcantarilla que parece alcancía. Nadie puede darles alcance y se van con el drenaje. Algunas quedan en la acera para que un curtido borracho, con rostro sin expresión, con canales de sufrimiento de los ojos a la barbilla, las recoja y vaya a comprar comida, pero que al último momento considere que necesita más alcohol que alimento. El sacrificio de lo vital por lo necesario. El tendero tiende la mano y no entiende al borracho, ¿cómo desperdiciar el dinero en eso?, si el dinero se hizo para hacer el bien, propio; para gastarlo en algo bueno como una casa, la seguridad de una familia y un auto para darse gustos semanales. El borracho se da gustos y sustos diarios, el tendero se da sustos y sobresaltos todos los días, pero los gustos puntuales cada semana, hasta que la salud mengüe. Todo es relativo. Cada semana, puntual como Big Ben, el tendero va al banco, a depositar su dinero; hasta que un día, en apariciencia acostumbrado, en un callejón el tendero es asaltado por alguien cuyos intereses y aspiraciones existenciales son ganar rápido y gastar como pirata. Una lucha que termina con una navaja en las entrañas del tendero, que cae extrañado sin creer que eso ha sido todo (amigos). El ladrón escapa sin llevarse lo que quería, despavorido como pavo ante hacha de acción de gracias. De nada sirvió que ahora el ladrón cargue en su conciencia un peso excesivo, pues todo el dinero que llevaba el tendero, rueda como el mundo, por el suelo inmundo. Parte del dinero cae para nadie a través de las rendijas de una alcantarilla. Otra parte, la que puede ser recogida, se la apropia un borracho hambriento que decidirá comprar más alcohol en vez de abastecerse de alimento.

Fumando un cigarro, sentado en un barril de pólvora.

Fumando un cigarro, sentado en un barril de pólvora. Ese espíritu autodestructivo, suicida al menos en lo que a relaciones sociales se refiere. Todo lo bueno se rompe. ¿No se dice que tendemos a lastimar o destruir lo que más queremos? Literatura gótica en carne viva. No es destrucción sangrienta, ni muerte a nadie, simplemente son en las relaciones sociales, que de alguna manera también mueren. Lo teniamos bien pero lo quisimos mejor. ¿Por qué ‘arreglar’ lo que funciona correctamente? Es la paradoja del aire acondicionado. No puedes enseñarle nuevos trucos a un perro viejo, pero cualquiera, sin importar la edad, puede aprender a cometer nuevas estupideces. Siempre me criticaron mi manera de cambiar cuando yo sentía que la gente me conocía y confiaba en mí, no soporto que den por hecho nada. Cuando me aplicaron el mismo truco no me gustó, y sin embargo he insistido. Pisar el acelerador a 20 metros del muro al fondo del callejón sin salida. En algún lugar dije que no me gusta enamorarme, y al final me enamoro. Parece que tampoco me gusta que confién en mí, porque al final trataré de dar el esquinazo. Odio, de verdad detesto, eso de que una mujer me diga «sólo amigos», aunque sólo sea mi amiga. Me molesta. Me reduce a una dimensión pequeña a mi parecer, eso no se dice, y si se remarca, ¿por qué será? ¿Para mantener una distancia? ¿Para que siempre esté claro lo que ya estaba claro? ¿Cumplir el viejo dicho de «bajo advertencia no hay engaño»? No ando en mi mejores días. Estoy cansado de prácticamente todo. Decubrirme viviendo una vida que no elegí no es grato; pero por culpa, consideración, obligación o afecto, tener que tomar la pinche cruz y seguir el camino ‘correcto’ recto y jodido, me jode. Del catolicismo odio la dosis de culpa que infunde. Sometimiento para alcanzar un premio en otra vida, lo único que tenemos es esta vida, la otra, por más que nos la cuenten, no está garantizada, nadie sabe si realmente existe. Es un acto de fe, sólo eso. El delirio de un fulano se llama enfermedad mental, el delirio compartido por varios fulanos se llama religión. Estoy molesto, nada es lo que parece, nada resulta como se quiere y no siempre resulta mejor a como se quiere. No quiero sonar desagradecido, sólo estoy molesto y no sé si es contra todo. Ajá tengo mucho que agradecer, y lo agradezco, pero me chocan las pendejadas; las mías en especial.

así es

sí. pendejada. Sí, crueldad. En el alambre, sale y va, y cae. Me caigo. Me reviento. La vida es un puto chiste, que no tiene gracia, a menos que la tenga para un enano jodido, lejano. Sí, voy y me enojo, paso y me contento. Muy muy inequilibrio. Me paso, pero respeta. Esto debraya. Ces’t lavie.