Coplas y ruedas que arden

Vagando en Internet me topé con un video de Enrique Bunbury interpretando una canción que yo no conocía. tras el asombro de la letra quise investigar más sobre el álbum donde tal canción pudiera estar incluída. Al fin di con un CD doble titulado «Tatuaje», en el que varios artistas rendían tributo a las coplas andaluzas. Resulta que son lo que conocemos como canción POP de la década del 40 (1940) en España. En el álbum participaban también mis otros dos cantantes más admirados en español (Joaquín Sabina y Andrés Calamaro). El álbum en verdad es muy bueno. A veces me temo que la vejez me ha caído de golpe hace años y apenas me doy cuenta de ello. Ahora que me veo admirando letras de antes y diciendo «ahora ya no escriben canciones así», me siento como una persona anciana y gruñona que despotrica del presente, cuando en realidad es falso que todo pasado fue mejor. Me sucede incluso en donde me encuentro ahora. Converso con gente 10 años menor que yo y ellos ya se quejan de que el lugar ya no es igual, que antes era mejor, que hace diez años todo era bonito, que la crisis económica de este país está empezandoa  poner las cosas patas pa’rriba, que el índice de atracos se está elevando, y muchas cosas más. Es posible, yo apenas estoy por cumplir un año aquí, y definitivamente no puedo comparar este lugar con lo que fue hace años. Lo comparo con la ciudad de México, a la que quiero mucho, y siento que aquí no tienen nada por lo qué quejarse. Aún no hay terror al salir a la calle, uno no espera ser asaltado o secuestrado en cada esquina, no sé, no es que no crea a los que se quejan, es que yo he estado en infiernos peores. Curisoamente, justo ayer, llegaba de comer y me disponía a entrar en la oficina donde trabajo, y en plena avenida escuché gritos, Un tipo de una pick up blanca gritaba insultos a un fulano de una van color champán. El de la van era un calvo que asomaba su calva cabeza desde la ventana. La llannta delantera derecha de la van estaba en llamas, sí en llamas, unas flamas anaranjadas como de película y humo por todos lados. El de la van en vez de pararse aceleró y fue dejando pedazos del neumático en la avenida, quemándose como ofrendas al dios de la carretera. Alcancé a oír que su camioneta ya rodaba con el rín, habiendo dejado toda la llanta embarrada en el asfalto, pero jamás bajó la velocidad, lo perdí de vista y me fui a trabajar. Quizás la violencia realmente está llegando a este lugar. Mejor les muestro algo bonito, la letra y el video de esa copla que canta Bunbury y que me gustó tanto.

Te quiero yo tanto
que nunca he podido
llegar a explicarme
cual es la razón.

Parezco el alero
de un pájaro herido
que busca la sombra
de tu corazón.

Si tu me quisieras
como yo te adoro
el séptimo cielo
sería de los dos.

Por eso a tus plantas
tu cariño imploro
igual que un milagro
se implora de Dios.

Y al sentir
que me quema
esta ansiedad febril
con el alma en los labios
te vuelvo a decir.

Si tu me quisieras
como yo te quiero
por toda la vida
no habría de quedar amor
para nadie en el mundo entero
ni sobre la tierra ni abajo del mar.

Y al sentir
que me quema
esta ansiedad febril
con el alma en los labios
te vuelvo a decir.

Si tu me quisieras
como yo te quiero
por toda la vida
no habría de quedar amor
para nadie en el mundo entero
ni sobre la tierra ni abajo del mar.

Perdóname mi amor

Mucha gente se queja de la falta de autoconfianza. Los libros de superación personal se agotan en las librerías. La gente cuando lee, además de Best sellers de sencilla digestión, suele preferir libros en los que un tipo se pregunta quién le robó su queso, qué hizo un místico después de vender su ferrari, o cómo lograr el éxito que según esto está al alcance de todos. Otros fulanos se ven tan apabullados que buscan consuelo en libros sagrados o en líderes religiosos que les cuentan sus versiones de Dios, o de lo que Dios pide; y se ponen su uniforme de borregos para seguir la corriente de aquél en quien entregaron su voluntad. Pero hay algunos, los afortunados naturales, los benditos o bendecidos, los que creen en ellos mismos, los que puden salir a la calle a cantar «perdóname mi amor por ser tan guapo», ellos son los que me asombran.

Saludo inicial

Con la nobleza de las partes nobles de sangre azulada en la tierra verde presento este blog. Aquí mencionaré cosas que ni yo sé qué significan, las dudaré para existir cartesianamente. Será una variedad más mezclada que una salsa en la novela del Ulises de Joyce. Comentaré que ODIO las películas de Pedro Infante, que mi infancia estuvo asolada por su fantasma, a pesar de que sólo he visto una película completa de ese ídolo de México que poco a poco va cayendo en el olvido. Los aniversarios luctuosos del señor (infante) son cada vez más solitarios, las damas que lo idolatraban van muriendo poco a poco, cosas de la vida. Yo sólo vi la de Tizoc, con María Félix, no la vi con ella, ella sale en la película. «¿Pero tizoc por qué te pegas con esa piedra?», le pregunta con voz hombruna al indio primitivo ideal rousseauniano. El tipo canta que le quiere regalar sus ojos pero siempre no porque si no ¿cómo la va a ver? Hmmm, no sé, mi familia, del lado de mi papá, siempre veían esas películas, cada sábado veían una, y no sé qué chiste le encontraba si se las sabían al derecho y al revés. Creo que lo que decidió autoprohibirme ver películas de ese caballero fue esa parte de una en que la hace de carpintero al que le sucede todo lo malo que hay en el mundo. Ese Job sin esperanza que es pobre y al que se le muere el hijo en un incendio. Esa escena dantesca en que el actor recuerda a su hijo llorando histérico ¿o se está riendo? Bueno jamás lo supe, pero es algo típico de mí decir «TORITOOOO AHHH JAJAJAJAJAJAAJ AAAAHHHAAJAJAJAJAJAJAA» cada que algo ridículamente tragicómico sucede. Bueno quizás no lo digo pero pedro infante se me aparece y sale gritando como en su escena. En fin. Pedro Infante vive… en la memoria de algunos mexicanos.

Yo no dije nada

nada