Archive for abril, 2009

Cuando se haya ido

La influenza se fue. Llevándose a algunos héroes y mártires anónimos. Aquellos que desafiaron la enfermedad por amor, por deber o por justicia. Como si nunca hubiesen existido. Al final todos tendremos lo mismo. Olvido. La influenza se fue, y fue culpada de matar a muchas cosas que ya estaban muertas. Daba lo mismo si no hubiese venido.

abril 30, 2009 at 2:02 pm Deja un comentario

Coherencia

La  quería más que a su vida… pero el día que se murió, aunque siguió respirando, se acabó el cuento. Todo por la coherencia. Alguien dijo que había coherencia en sus incoherencias, pero cuando la gente se pone de extremista todo es marginal o se cae de la mesa.

abril 27, 2009 at 6:31 pm Deja un comentario

Citas que matan mi mal tiempo sin buena cara

Esas referencias inevitables. El suceso acontecido y la letra de canción, el poema o la cita que embonan buenamente. Ay que ocurrente suena uno plagiando (yo procuro siempre mencionar la fuente cuando tomo frases). Y es que hay frases y canciones que se tatúan en la memoria, como suelen tatuarse los buenos besos, los verdaderos abrazos y las canalladas que calan, hasta los huesos (entre los huevos y los huesos dista sólo una letra, y lo curioso es que los primeros son invertebrados y los segundos duros). Cansancio de jueves por la noche, no se puede dar demasiado. Frases para matar el tiempo, escritos para fugarse del tedio, de la rutina. Pero por esto no me pagan, sólo me apagan. Y yo sólo dije que no sé nada, aunque ya medio sé nadar, la prueba de ésto es que aquí estoy escribiendo inconexas incoherencias. No cité a nadie aquí. Esos ocurrentes plagiarios son desnudados por alguien que conozca la fuente que citan si otorgar los honores merecidos. Para que el viaje no haya sido en vano mencionaré unas citas que recuerdo, al vuelo de la reina.
«Me gusta el olor a patas» – El Pato Donald.
«Yo me lavo las manos» – El insalubre taquero de la esquina, aunque muchos se la adjudican a Pilatos.
«Vamos por partes» – Jack el destripador.
«Yo sólo sé que no sé nada» – Cualquier testigo amenazado o temeroso.
Y basta, no volveré ni el estómago ni de manera McArthuriana de mesa cuadradioblonga.

abril 17, 2009 at 12:27 am Deja un comentario

El círculo lo es hasta que se rompe

Predicando en el desierto sin ningún mensaje que aportar. Pensando sin pensar, poniendo en letras las ideas inconcretas. Aturdido por la anestesia de la desilusión, caerse duele menos cuando ya te familiarizaste demasiado con el suelo. De la desilusión a la indiferencia hay un paso, y esa calle queda mucho más allá del enojo. Ignorando el lugar al que pertenezco, arrancando las espinas clavadas. Nada tiene que ver la semana santa, en realidad siempre fue así, desde el principio. Predicándome a mí mismo, más necio que las tribus de Israel. Creando y fundiendo diosas, ignorando las cosas que yo mismo escribí. La memoria es selectiva y la carencia de ella provoca la constante caída. ¿No dije ya que me familiaricé demasiado con el suelo? No volaré con alas de cera, al menos no lo haré hasta la próxima vez. Esto ya se me olvidó antes de llegar al punto final.

abril 7, 2009 at 1:40 pm Deja un comentario

Metros y vías libres

Prefiero a los encantadores de palabras que a los domadores de letras. Prefiero a los que dejan desatar verborreas y presentan viajes libres a los encadenados en el ritmo y la rima. Admiro a los que logran decir todo bajo el yugo de la métrica, su don matemático, pero prefiero las explosiones verbales, aunque me sale lo monárquico a veces y me molesta la anarquía. Alguna razón tenía Dalí (además de su innegable talento). Orden y método, no sé si lo dijo Holmes o Poirot, eso está bien para resolver crímenes, pero no sé si sirva completamente para sacar instantáneas fieles del alma. Prefiero que las palabras me lleven de viaje a que me describan minuciosamente una habitación. Y si no nos gusta, tenemos mucho lugares a los cuales voltear (359 grados que son opciones) o simplemente cerrar los ojos.

abril 5, 2009 at 5:53 pm Deja un comentario

Vejez

De repente el otoño termina. No más primaveras. Llega un momento en la vida en que tus mascotas que eran cachorritos son ya animales viejos o ya han muerto. En que las calles de tu infancia parecen más ruinas que vías; donde lo familiar empieza a resultar desconocido. De repente las personas connquienes conviviste durante la infancia son vejestorios que reencuentras y que sin decir una palabra te echan en cara el paso del tiempo. Después te lo recrimina de nuevo el espejo. Tus amigos están en su mayoría muertos en vida o en la sepultura. El futuro ya no te preocupa tanto, al menos no más allá del día mañana. El pasado es cada vez más preciado y dejas de medio entender lo que sucede alrededor tuyo. Llega ese momento en que tu cuerpo sabe a decadencia y te preguntas con constancia cómo será tu último saludo en el escenario. El presente que jamás imaginaste para ti llegó de repente, de la noche a la mañana muchas cosas duelen. Poco en la vida te sorprende y sin embargo sigues aquí. Cuando el himno existencial, durante años ignorado, se convierte en una triste balada y te preguntas sin rabia si en verdad existe Dios. Puede que te aferres a la cruz flotante en lo que parece el naufragio final, o puede que decidas permanecer dentro del cuadro de tus convicciones, no importa, de todas maneras el trago no es tan dulce. Así es la sala de espera en lo que llega el tren de la medianoche, cuando ya tienes el boleto en la mano. No hay mucho por hacer y haces lo que puedes. Todos somos inmortales hasta que… dejamos de serlo.

abril 2, 2009 at 12:25 am Deja un comentario


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