Archive for abril, 2013

Ser alcohólico

Ser alcohólico no sólo es es beber a todas horas… por ejemplo cuando al despertar lo primero que se hace es beber un buen trago de vodka puro, y luego dar gracias por el nuevo día.
No sólo es Ray Milland en el fin de semana perdido, ni los días de Vino y Rosas.
No sólo eso.
Puede que ser alcohólico sea tener que beber fuerte cada semana (dos veces en promedio) para olvidar la realidad. Para escapar.
Puede que sea tener que beber en toda reunión social, para poder aguantar. para poder interrelacionarse.
Quizá ser alcohólico es cuando cada que se bebe no se puede parar. Imposible detenerse, compulsivamente tragar y tragar alcohol, hasta perder la memoria.
Beber hasta ser insultante, rebajante. Violento y ajeno. Anárquico y antitodo.
Tomar hasta dejar libre a la bestia que habita en el corazón de las tinieblas. El maldito Kurtz (cursed Kurtz) que todos llevamos dentro.
Beber hasta no recordar lo que se dice, lo que se escucha, lo que se hace. Despertar sin saber cómo en una cama. Con las ropas de añoce, o desnudo en compañía extraña.
Despertar y escuchar de otros la desconocida vida nocturna de uno.
Quizá ser alcohólico no sólo es perderlo todo y deambular por las calles, sin hogar, hablando solo.
Puede ser tener un buen trabajo, muchos amigos e irlos perdiendo poco a poco. Trago a trago.
Quizá sea probar la primer cerveza y no detenerse sino hasta la número 12 o 18. Y de ahí al olvido y la resaca, a la culpa matutina por pecados borrados en la memoria.
Ser alcohólico no es tan gracioso, como suena al principio.

abril 18, 2013 at 6:36 am Deja un comentario

Toma el dinero

El gran agujero terminado. La bóveda dorada totalmente expuesta. No hay tiempo para admirar la obra, ni para dudar sobre la existencia. Sólo toma el dinero y lárgate de allí.

Esto que llaman amor, es sólo la saciedad de los sentidos. La plata está encima del buró, tú y yo no somos ni amigos. Sólo toma el dinero y lárgate de aquí.

No es nada personal, ni algo que debas tomarte tan a pecho. No es gracioso, tampoco es serio. Así es esto de la vida, así son los hechos.

El tiempo no perdona, canas en el pelo y pocas opciones laborales. Te contratarían por piedad, cuando son correctas tus amistades. No hagas ruido, no hagas olas. Sólo toma el dinero y quédate ahí.

Empieza el último acto. Traición con un beso como dicta el libreto. No te quedarás para el momento de la cruz, para entonces estarás frío y quieto. Sólo toma tu dinero y…

abril 16, 2013 at 8:07 pm Deja un comentario

La última vez que vi a mi tía abuela (Zacatepec)

La calle sin pavimentar. Tierra seca que se levanta con el lento rodar de los neumáticos, que hacen ese ruido tan particular del hule aplastando piedras sueltas. El sol del mediodía, con su luz amarillenta de finales de primavera. El cielo azul, ninguna nube cercana y dos pigmeas blancas a la distancia.

Vas a visitar a tu tía abuela, desearías haberte quedado en casa. Tras horas de carretera por fin llegas a Zacatepec.

Las casas de arquitectura anárquica, construidas como se les fue ocurriendo a los propietarios de los terrenos. Perros, caballos y gallinas. Autos viejos estacionados. Tedio de domingo. Todos los locales cerrados, menos la pequeña tienda de abarrotes, con anuncios de cerveza pintados en su pared principal.

Llegan por fin a la casa de tu tío. Único hijo de tu tía abuela. Fruto de su amor con un tahúr legendario, gallero de pueblo en pueblo, que al final la abandonó con su vástago. Ella hizo lo posible por seguirle el paso al hombre que amó. Pero no corrió lo suficiente. De ahí que supiera tantos dichos y tuviera su lenguaje tan florido. Hace un par de años que no la ves, desde que se fue a vivir con su hijo.

El hijo, tu tío, es ya un hombre viejo, de pelo cano y rostro arrugado. Ella casi tiene ya 80 años.

La casa, quieta, dominguera, donde el sonido reinante es una mezcla del canto de los pajaritos enjaulados y el televisor de bulbos, que sintoniza en monoaural un partido de futbol. El comentarista grita emocionado hasta cuando el balón no avanza más allá de la media cancha. Esos partidos son como la misa: obligados en el día del Señor.

Las paredes de la casa son de color verde pistache, adornos baratos por doquier, una foto de tu tía abuela joven cargando a su hijo de bebé. No es blanco y negro, es sepia y amarillo.

Hay sillas tejidas, con tiras delgadas de plástico rojo. Mantelitos tejidos a mano, flores frescas -lo único fresco en ese lugar además de las cervezas- bien acomodadas en el florero.

Ves a tu tía abuela, en tan sólo dos años parece que su mente está perdida y su vista, quizá por las cataratas, glaucoma de diabética, extraviada en una distancia más allá de cualquier número de kilómetros. Te reconoce, pero ya casi no habla; no es que no pueda, sino que siente que ya no tiene mucho qué decir.

Te decepciona un poco. ¿Tanto viaje para esto?

Aún la quieres mucho, pero algo te inspira sorpresa. A tus padres les sucede algo similar, lo percibes. La visita se hace incómoda, y eso la hace corta. Mamá, la sobrina directa, ha cumplido. Es hora de irnos.

Decimos adió, abordamos el auto y salimos de Zacatepec, de nuevo a la carretera, de vuelta a casa.

Fue la última vez que vi a mi tía abuela, una mujer antes tan llena de vida, la vi casi muerta.

En ese entonces tendría yo como 13 años. No estoy seguro si fue ese día cuando comencé a tener conciencia de la vejez, y empecé a temerla. No lo sé, pero aún me inspira temor.

abril 9, 2013 at 10:25 pm Deja un comentario

Leer a Cortázar

Leer a Cortázar me hace creer que no se puede escribir nada más en el mundo. Me sucede lo mismo con Shakespeare, guardando las distancias y lo que sea que se tenga que guardar. Sin embargo la gente sigue escribiendo, y algunas cosas nuevas no son tan malas.

Me intimida jugar con palabras. Me halaga, pero en el fondo me incomoda un poco que alguien crea que soy escritor. Soy un contador, o mejor dicho un “cuentador”, así el gremio de los contables matemáticos no se ofenderá conmigo.

Cortázar es la magia en mi idioma. Es el hechizo de palabras bien combinadas que encanta como la flauta a las cobras (que por cierto no reciben de paga ni un centavo por su baile saliendo de canastas). Cortázar es una fiesta de fantasía mezclada con mucha realidad y sentimiento.

Todo esto viene a cuento porque recién descubrí los “Papeles inesperados” (http://www.puntodelectura.com/mx/libro/papeles-inesperados-17/). No lo he devorado, porque sé que leer de un tirón a Cortázar es como un pecado. Por otro lado no quiero que se me acabe el libro muy rápidamente, que no es alcohol.

Cada página me maravilla, me pasma, y como dije, me intimida.

Y sin embargo Cortázar, de nuevo guardando distancias, es parte responsable de que yo plasme palabras, que tenga conversaciones escritas a falta de esas presenciales que tanto disfruto.

He ahí la ironía, sus obras son combustibles e ideas y a la vez semáforos en rojo que me dicen que no tiene caso escribir nada más después de él.

En fin, escribo esto para compartirlo, vaya manera extensa de recomendar un libro.

Mi libro favorito de ese gran escritor es “El último round”. Aunque debo confesar que aún no he podido con su única novela (“Rayuela”). ¿Será que para mí lo que me llega son sus relatos cortos? ¿Será que mi capacidad no da para ir más allá? Al final no importa realmente, mientras disfrute lo que tanto me gusta.

Sí, demasiadas palabras, egocentrismo y rodeos para recomendar un libro.

abril 6, 2013 at 6:59 pm Deja un comentario

Adioses no cordiales

La imposibilidad de terminar una relación de manera cordial.

Cerrar las puertas, sellándolas para que jamás abran de nuevo.

Llevarse la bolsa de malvaviscos dulces para asarlos en el infierno.

Dejar libre al Mr. Hyde interno, para que haga el trabajo sucio de poner la pesada piedra encima de la tumba de lo que fue bueno.

Mostrar ese lado oscuro, insolente e indecente, que se asoma después del hartazgo.

Así nunca se llega a ningún lado, así jamás se queda uno atorado.

En el fondo me quisieron, pero ahora cuando me recuerdan eligen no mencionarme.

«Había algo bueno en él», dicen, «pero lo prefiero a la distancia».

Vaya forma de irse uno quedanso solo.

Vaya manera grosera de decir adiós.

Pero no lo puedo evitar. Siempre termino haciéndolo mal.

abril 6, 2013 at 5:33 pm Deja un comentario


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